Gracias a la ciencia y la gerontología, la esperanza de vida es cada vez mayor y esto nos lleva a reflexionar: ¿Cómo prepararnos para nuestro envejecimiento? ¿Cómo enfrentar la vejez de mis padres? ¿Cómo mejorar la calidad de vida? Muchos nuevos desafíos nos esperan y espero en este espacio poder ayudar a que todos tengamos un envejecimiento pleno y lleno de vida...
Tarde o temprano, llegará: ¡la batalla contra el tiempo, ya está perdida! Así que mejor preparémonos para disfrutar cada minuto...
Cariños,
Elia
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martes, 24 de marzo de 2009

Joven y bonita se ofrece

Una respuesta acertada, simple y patética. La pregunta también tenía esas características. La publicidad y los medios de comunicación nos quieren siempre jóvenes, ¿cómo no nos va a traer sufrimiento cuando nos damos cuenta que mi cara bonita, mañana ya no lo será tanto?

Es hora de empezar a poner valor agregado a nuestros atributos naturales. Seamos creativos, busquemos el sentido a la vida permanentemente, seamos solidarios y veremos qué nos diferencia de los bienes materiales. El paso del tiempo puede traernos paz interior, para eso habremos despedido a la mayoría de los miedos y fantasmas que suelen rondarnos como a esta chica ante la incertidumbre de qué será de ella y sus altos costos de consumo.
Elia

Caso Verídico, publicado en el Portal Financiero de 'The Walt Street Journal' diario de EE.UU.

Análisis de inversión.
Una mujer escribió a la sección de asesoría financiera pidiendo consejos sobre cómo conseguir un marido rico. Eso, de por sí, ya es gracioso, pero lo mejor de la historia es que un tipo le dio una respuesta bien fundamentada.

CONSULTA:
'Soy una chica linda (maravillosamente linda) de 25 años. Estoy bien formada (buen cuerpo) y tengo clase. Estoy queriéndome casar con alguien que gane como mínimo medio millón de dólares al año.''Quizás las esposas de los que ganen eso me puedan dar algunos consejos. Estuve de novia con hombres que ganan de 200 a 250 mil, pero no puedo pasar de eso y 250 mil no me van a hacer vivir en el Central Park West. ''Conozco a una mujer, en mi clase de yoga, que se casó con un banquero y vive en Tribeca, y ella no es tan bonita como yo, ni es inteligente. Entonces, ¿qué es lo que ella hizo y yo no hice? ¿Cómo llego al nivel de ella? ¡Por favor necesito sus consejos!
'H.S.

RESPUESTA RECIBIDA:
Leí su consulta con gran interés, pensé cuidadosamente en su caso e hice un análisis de la situación. Primeramente, no estoy haciéndole perder tiempo, pues gano más de 500 mil por año. Aclarado esto, considero los hechos de la siguiente forma: Lo que Usted ofrece, visto desde la perspectiva de un hombre como el que Usted busca, es simplemente un pésimo negocio.

He aquí los por qué: Dejando los rodeos de lado, lo que Usted propone es un simple negocio. Usted pone la belleza física y yo pongo el dinero. Propuesta clara, sin entrelíneas. Sin embargo, existe un problema: Con seguridad, su belleza va a decaer y un día va a terminar, y lo más probable es que mi dinero continúe creciendo.

Así, en términos económicos, Usted es un activo que sufre depreciación y yo soy un activo que rinde dividendos. Usted no sólo sufre depreciación, sino que como ésta es progresiva, ¡aumenta siempre! Aclarando más, Usted tiene hoy 25 años y va a continuar siendo linda durante los próximos 5 a 10 años, pero siempre un poco menos cada año, y de repente si se compara con una foto de hoy, verá que ya estará envejecida.

Esto quiere decir, que Usted está hoy en 'alza', en la época ideal de ser vendida, no de ser comprada. Usando lenguaje de Wall Street, quien la tiene hoy la debe de tener en 'trading position' (posición para comercializar), y no en 'buy and hold' (compre y retenga), que es para lo que Usted se ofrece. Por lo tanto, todavía en términos comerciales, casamiento (que es un 'buy and hold') con Usted no es un buen negocio ni a mediano o largo plazo, pero alquilarla (leasing) puede ser un negocio razonable que podemos meditar y pretender.

Yo pienso, que mediante certificación de, cuán 'bien formada, con clase y maravillosamente linda' es, yo sea un probable futuro arrendatario de esa 'máquina'. En ese sentido le propongo que hagamos, lo que para estos casos es una práctica habitual: Hagamos una prueba, o sea un 'test drive' para validar el interés de concretar una operación. Puedo agendarla si usted lo desea.
Jack Paul H.

[Foto de falltype08]

lunes, 16 de marzo de 2009

Woody Allen y el amor

No sé si con intención o no, pero el film resulta algo tedioso y se lo atribuyo a que gira en torno de los viejos paradigmas del amor y la pareja. El que más me impactó: una mujer que lleva treinta años de casada y los mismos de frustración, porque siente que nunca ha estado enamorada, quiere a su marido y jamás lo dejaría, pero no soporta no haber vivido una pasión e intenta algún que otro amorío. Claro que entonces siente culpa y entonces decide alentar a una muchacha de menos de treinta años para que rompa su compromiso matrimonial en pos de un affaire apasionado que la confunde un poco.

Por suerte ya, las nuevas generaciones se dan cuenta que muchos de nuestros consejos, tienen que ver con reparar nuestras asignaturas pendientes y no con sugerencias para encontrar respuestas en el propio corazón.

¡Atención hombres y mujeres en parejas de más de veinte años! Nos quedan por delante treinta años o más y no parece una buena idea seguir con la queja eterna. Son demasiadas décadas por vivir aún y estamos a tiempo de tomar las decisiones que creemos serán lo mejor para nosotros y para quienes nos rodean.

Está la posibilidad de la separación, de la infidelidad y también de despedir la frustración y “que se calle para siempre”, de lo contrario nuestra negatividad no sólo nos traerá amargura sino que la transmitiremos a quienes nos rodean.

[Foto de carlosjtj]

Alicia Dujovne Ortiz: ¡Gracias por tu actitud ante la vida!

Para LA NACION - Buenos Aires, 2009

Artículo de lectura obligatoria “Setenta balcones y bastante flor”, en la revista ADN Cultura, para todos aquellos que ya no dudan de que depende de cada uno de nosotros, que la longevidad que la medicina nos ha otorgado se transforme en una bendición o una pesadilla.

La autora presenta el testimonio de Silvina Bullrich, Simone de Beauvoir y el suyo propio de cuáles son las vivencias al transitar la década de los setenta.

Estas notas nos ayudan a elegir un camino propio para vivirla, definiendo cuáles son nuestros modelos. Tres escritoras, tres actitudes.

(el enlace del artículo es: http://adncultura.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1107276

domingo, 8 de marzo de 2009

La primera vez, a los 60

Por Rolando Hanglin
Especial para lanacion.com

Vivimos en un mundo de personas solas.
Cada vez hay menos matrimonios, menos familias, más madres solteras y hasta padres solteros. Todavía algunos jóvenes se casan, pero se divorcian muy pronto. Incluso rompen su matrimonio, actualmente (por hastío, por desgaste, por falta de sexo, por infidelidades mutuas, etc) personas de cuarenta y cincuenta años. También de sesenta y de ochenta.

Entre los seres humanos de hoy, millones están entrando en lo que los americanos llaman "golden sixties", es decir: los dorados sesenta. Con los hijos ya criados e independizados, y frecuentemente radicados en otro país. Con una jubilación, una renta, un pequeño comercio. Con buena salud, un seguro médico, auto propio, una casa (o casita) digna. Los sesentones y las sesentonas, divorciados o viudos, salen a vivir la vida.

Es la segunda adolescencia. Volver a los diecisiete.

Claro que todo ha cambiado. Ellas se dejan ayudar por las hormonas, la cirugía estética, el yoga, Pilates, la Meditación, la cama solar y el drenaje linfático. Ellos cuentan a su favor con los mismos recursos y uno muy destacado: el sildenafil.

Así pues, ellos y ellas intentan empezar de nuevo. Con la misma ilusión. Con las mismas dudas e inseguridades de los dieciocho años. Con algunas certezas (uno ya sabe que no es un monstruo, que no es un imbécil) y algunos desalientos: también sabe que le sobra panza, le falta pelo, le sobreabundan la papada y los dolores reumáticos.

Pero el alma está como siempre. Sana, inocente, ilusionada.

La mujer de sesenta se encuentra, entonces, con temblores de colegiala: "Si salgo con este señor, una vez, dos veces, a la tercera me hará una propuesta... indecente". ¿Y entonces? La mujer teme ver en los ojos de su enamorado una sombra de horror al verla sin ropas. Porque ella sabe muy bien su verdad, la que canta el espejo: hay una cintura demasiado ancha, unas arrugas como surcos de labrador, unas manos de anciana. Ella piensa, con buen criterio: "¿Y si este hombre me ve y se desmoraliza totalmente y huye por la puerta de servicio? Al fin y al cabo, es un desconocido. No es mi marido de hace treinta años que ha envejecido a mi lado. Es un tipo que me cae bien, que ha tenido esposa y tiene hijos, nietos, cargado de años, cansado... ¿Qué estoy por hacer?".

Frente a ella, el sesentón tiembla con los mismos miedos: "¿Esta mujer logrará causar en mi el gran milagro? ¿Y si fallo? Finalmente, ya no tengo veinte años, ni cuarenta. ¿Para qué exponerme al papelón? En el fondo, no la conozco. Es una linda señora, me gusta, me gustaría, pero...¿Funcionaremos juntos?".

Por lo general, a los sesenta ya olvidamos que al ser jóvenes estábamos dominados por las mismas incertidumbres. Peor aún: éramos ignorantes, no habíamos vivido nada, todo lo imaginábamos sin demasiado asidero. Aunque hoy nos gusta recordar que éramos "unos potros" (nosotros) y "unos bombones" (ellas) en verdad éramos pobres chiquilines muertos de miedo.
El caso es que aquí estamos, los sesentones del planeta. Aguardando con el alma en un puño... nuestra primera vez. Conviene agregar que, de aquí en adelante, todas las veces serán... una primera vez.


Hanglin describe con humor y certeza la situación en la que nos encontramos los sesentones del planeta, cuando queremos emprender una nueva relación. Sólo contamos con la experiencia de la adolescencia para encararla, a diferencia de él, querría insistir con que tenemos que armar un nuevo modelo, porque si lo vivimos como la segunda adolescencia, como dicen los adolescentes “Vamos para atrás”.

Será una decisión y una práctica, pero tendremos que animarnos a tomar los temores e incertidumbres con la convicción, que vivimos lo suficiente como para tener herramientas que los demuelan, o por lo menos que nos permitan compartir con el “candidat/o /a, acerca de ellos.

En la adolescencia no se nos hubiera ocurrido contarlo porque era demostrar que estábamos definitivamente inseguros y temblorosos. Por suerte ya no es el caso, temblamos pero sabemos las razones que explican nuestras calamidades reales que tan bien las describe Hanglin.

Si se la vive como una primera vez, será rebozante de experiencia, lo cuál no está nada mal